El Palau de la Música Catalana acoge una exposición dedicada a Antonio López (Tomelloso, 1936). La muestra, que podrá visitarse hasta el 24 de junio, consta de tres esculturas, una de ellas situada en la Plaza del Palau, y dos en la Sala Lluís Millet, así como cuatro dibujos y cuatro óleos, más un relieve. La exposición, comisariada por Violant Porcel y Víctor Garcia de Gomar, director artístico adjunto del Palau, se enmarca en el diálogo con las artes plásticas impulsado desde hace seis temporadas por la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música Catalana y que pone en contacto la arquitectura modernista del Palau, en esta ocasión con la obra de Antonio López, uno de los artistas invitados de la temporada 2017-18.

Una exposición de formato reducido pero que presenta las diferentes disciplinas artísticas en el trabajo del artista y que recorre algunos de sus temas centrales a lo largo de su trayectoria, como el ser humano y su entorno. Así, a través de la escultura, el artista reflexiona sobre la infancia, un tema que trata desde sus inicios, en este caso con la escultura Carmen dormida - Noche, que representa la cabeza de un bebé, y en la que tuvo como modelo a su propia nieta. La escultura también le sirve para reflexionar sobre la madurez del ser humano, representada en el Palau por las esculturas Hombre y Mujer, esta última inédita, y ambas basadas en las esculturas homónimas de la colección del Museo Reina Sofía. Unos seres humanos a quien Antonio López despoja de cualquier atributo superfluo, a la búsqueda de los valores intrínsecos.

El género de las naturalezas muertas es otra temática presente en la muestra, a través de dibujos, óleos y un relieve. El género, abordado por Antonio López con múltiples disciplinas artísticas, le sirve para explorar su cotidianidad. En los años sesenta y setenta creó una obra en la que la presencia de los alimentos se tradujo en un trabajo repleto de matices, de intensa y cruda expresión. En los años ochenta otorgó importancia al bodegón mediante un dibujo depurado en el que la línea se erige en protagonista.

El último gran tema de la exposición es el paso del tiempo,quesin duda se torna una preocupación constante para el artista y en la que un elemento como las flores, en esta ocasión representadas en tres óleos, le brinda una inmejorable posibilidad de inmersión desde diferentes puntos de vista. Desde la voluntad de fijar el instante, con todas aquellas sutilezas que lo nutren, hasta una indagación vinculada a la exaltación de lo efímero y su fragilidad,

En esta exposición, las obras proceden en su mayoría de la colección del artista, así como de particulares, como la Fundació Sorigué, que ha prestado la escultura Carmen dormida - Noche.

“Me sitúo de manera que las cosas me queden muy frontales, otorgándoles gravedad.” Con esta visión, Antonio López se aproxima a la realidad que le rodea, además de adentrarse en sus resquicios, y así puede concebir los aspectos físicos y psicológicos que la integran. Esta aproximación se ve filtrada por una áspera mirada que le permite captar su esencia.

El diálogo del Palau y su arquitectura modernista con las artes plásticas ha presentado en años sucesivos obras de Bill Viola, Louise Bourgeois, Joan Miró, Antoni Tàpies, Eulàlia Valldosera, Perejaume, Jaume Plensa, Kiki Smith y Santi Moix.

La parte de la exposición situada en la Sala Lluís Millet puede visitarse con la entrada para el concierto o para la visita guiada. Asimismo, puede accederse todos los miércoles de 16.30 a 19 h con un entrada que puede adquirirse en Taquillas del Palau o por internet (precio: 2 euros; consultar disponibilidad en la web.

La obra de Antonio López llega al Palau de la Música Catalana