Nacida en una familia de músicos en Ciudad de México, Gabriela Ortiz siempre ha sentido que no fue ella quien eligió la música, sino la música quien la eligió a ella. Hija de dos de los fundadores de Los Folkloristas, un reconocido conjunto dedicado a interpretar música popular latinoamericana, Ortiz tocaba el charango y la guitarra mientras aprendía piano clásico. Comenzó sus estudios con los reputados compositores mexicanos Mario Lavista, Federico Ibarra y Daniel Catán. Continuó su formación en Europa, y obtuvo una maestría en la Guildhall School of Music and Drama y un doctorado en composición y música electrónica en la City University de Londres.

Bajo la dirección de Gustavo Dudamel, la Filarmónica de Los Ángeles ha encargado y estrenado siete obras de Ortiz, incluyendo el ballet Revolución diamantina, ganador de tres premios Grammy en 2025, y el concierto para violín Altar de cuerda, que se escuchó en el Palau con María Dueñas el año pasado. Dudamel, un gran defensor de la música de Ortiz, afirma: “Su capacidad para aportar colores, para aportar ritmos y armonías que conecten contigo es algo único”.

La música de Ortiz tiene la singularidad de incorporar mundos musicales aparentemente dispares, desde lenguajes tradicionales y populares hasta técnicas de vanguardia y obras multimedia: una ingeniosa fusión de diferentes mundos sonoros. Sus partituras para danza, cine y teatro exploran a menudo temas contemporáneos, como preocupaciones medioambientales, racismo, sexismo y globalización. Pero también encontramos en sus obras temas característicos de la cultura mexicana, como el culto a los muertos y los diversos rituales y festividades que enriquecen la cultura mexicana y que arraigan en la diversidad de influencias que el país ha acumulado con el paso del tiempo. Un país que nace en las culturas ancestrales prehispánicas, como los mayas o los aztecas, que crece y evoluciona con la conquista de sus tierras por parte del Imperio español, y que se consolida a partir de su independencia con las múltiples influencias norteamericanas, creando así un folclore, unos rituales y una cultura única y diversa.

Gabriela Ortiz