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El próximo jueves 24 de octubre (Petit Palau, 19 h, ciclo Intèrprets Catalans), se podrá oir la primera obra de Widmann de la temporada, 'Freie Stücke', a cargo del Ensemble de Música Contemporánea de la ESMUC, bajo la dirección de Ernest Martínez Izquierdo.


El alemán Jörg Widmann es uno de los dos compositores invitados de esta temporada en el Palau de la Música Catalana -el otro es Joan Magrané. Albert Torrens, director de la «Revista Musical Catalana», firma una entrevista al músico, poco conocido en Barcelona y que también es intérprete de clarinete y director de orquesta, de la que reproducimos unos fragmentos. Puede leer la entrevista entera en el número 370 de la «Revista Musical Catalana», correspondiente a los meses de septiembre a diciembre del 2019.

Jörg Widmann, la versatilidad hecha músico

-¿En qué medida divide su tiempo entre la interpretación, la composición y la dirección?

-De manera equitativa. Aunque son actividades diferentes, para mí sólo son formas diferentes de una misma cosa, que es la música. A veces puedo encontrar un momento para cada cosa en un mismo día.

-Empezamos por la faceta de compositor. ¿Qué piensa del concepto de modernidad aplicado a la música? ¿Cree que todavía hay cosas nuevas por decir, a pesar del peso de la tradición?

-Estoy convencido. Cuanto más conozco, interrogo y me relaciono con la tradición, más deseo crear algo nuevo. Y esto no es ninguna contradicción, sino que está muy relacionado: los grandes renovadores de la música -como Schönberg, por ejemplo- conocían la historia de la música mejor que los demás. Los revolucionarios cambian las cosas de manera literal, porque conocen muy bien la otra cara. Y me siento muy cercano a este concepto de modernidad. O a lo que decía Gustav Mahler: que la tradición no es la adoración de las cenizas, sino dar el fuego y la llama a la generación siguiente y llevarla hacia el futuro. No miro atrás de manera nostálgica y sentimental, sino que, al contrario, me encanta la música del pasado pero me pregunto por qué usaron determinadas formas, examino las armonías para ver si todavía nos son válidas para crear alguna algo nuevo ...

-Como intérprete, cómo se siente cuando toca obras que le han sido dedicadas? En estos casos, ¿la responsabilidad es más alta que ante otro estreno?

-La responsabilidad está siempre, de modo que cuando afronto una obra intento hacerlo lo mejor posible, tanto si es el Concierto para clarinete de Mozart como una pieza que me haya sido dedicada. Pero es cierto que, cuando eres el primero en estrenar, tienes una responsabilidad muy especial. He tenido el privilegio de estrenar muchos Conciertos y es un reto: tengo que tratar con nuevas técnicas, por ejemplo, y eso me mantiene vivo, porque incluso con el Concierto de Mozart me aburriría si lo tocara igual cada vez.

-Usted ha sido residente en muchas y diversas instituciones, pero el concepto de residencia es muy variable. ¿Cómo se siente cuando recibe una invitación de este tipo?

-En primer lugar, me fijo en mi reacción corporal, espontánea: si puede ser un lugar donde yo y mis ideas encajamos. En general, cuando acepto una residencia, me la tomo muy en serio e intento estar literalmente, para que el público debe sentir que tiene un invitado con el que se puede comunicar. Por ello, propongo programas que unan todas mis facetas –la dirección, la interpretación y la composición– y que incluyan varios formatos, tales como charlas antes o después del concierto. Cuando oí hablar del Palau de la Música, que es una sala de conciertos legendaria, y de la ciudad de Barcelona, ​​que me fascina con su arquitectura, enseguida acepté. Hemos diseñado un programa realmente interesante y tengo muchas ganas de que llegue el momento.


Para muchos, un desconocido

Jörg Widmann sólo ha actuado una vez en Barcelona, aunque ha tocado con cierta frecuencia en el resto de España. Recuerda con especial estima la colaboración con Carlus Padrissa y La Fura en la producción de su ópera Babylon, estrenada en 2012 en la Ópera Estatal de Baviera, en Munich, bajo la dirección de Kent Nagano. “Espero sorprenderlos”, responde cuando se le pregunta si es consciente del hecho de ser un gran desconocido entre el público catalán, al tiempo que expresa la voluntad de sumergirse en la música de los compositores catalanes para preparar la composición de la obra coral que se le ha encargado. En cuanto al leitmotiv de la nueva temporada del Palau, el poder transformador de la música, también se muestra identificado: “Lógicamente, esperamos que esto ocurra, que la música transforme las personas menos en ese momento”.


Widmann, en el Palau como compositor e intérprete

La residencia de Jörg Widmann durante esta temporada del Palau de la Música se traducirá en la presencia de sus obras en un total de siete conciertos. Destacan dos estrenos: su sexto Cuarteto de cuerda (el 30 de abril), que, después del ciclo que forman los cinco anteriores, iniciará un nuevo grupo de cuartetos que tratarán sobre el arte de Beethoven, y la obra coral que estrenará el Orfeón Catalán el 12 de junio, en el mismo concierto en el que Widmann se pondrá al frente de la OBC para mostrar su faceta de director.

También se programarán dos Cuartetos más y, en cuanto a la faceta de intérprete, el músico protagonizará su Fantasía para clarinete solo el 3 de junio y el programa "Es war einmal" –título de su obra de homenaje a Schumann– el 24 de febrero, junto a Tabea Zimmermann y Dénes Várjon. El primero de todos estos conciertos tendrá lugar el 24 de octubre, y Ernest Martínez-Izquierdo dirigirá sus Freie Stücke al frente del Ensemble de Música Contemporánea del ESMUC.

La historia de la música según Widmann

Una de las actividades más singulares de la residencia será la conferencia titulada "Momentos claves del pasado y presente", en el que Jörg Widmann analizará fragmentos y pondrá ejemplos desde el piano para explicar la evolución de la historia de la música. Enmarcada en el conjunto de actividades del Hivernacle, la sesión tendrá lugar el 9 de junio de 2020 en la Sala d'Assaig del Orfeó Català y será gratuita.


Fotografíaa de Jög Widmann: © Marco Borggreve

Cuatro preguntas a... Jörg Widmann