"Todo era diferente y me parecía que el amor era la diferencia que hay entre todo lo que es igual"
— Mercè Rodoreda

Blanca Luz Vidal (Barcelona, ​​1986) es filóloga, editora y poeta. Y también una hiedra que ensancha la lengua literaria, un lirio y un cardo ausiasmarchià que conmueve y pincha, hebras que se afanan en el desierto, y rosales que s'espiguen.
Poesía feroz que se estruja entre sábanas, de revuelta permanente con los utensilios de la sabiduría ancestral. Aquel patrimonio menudo florido, a menudo enterrado. El deseo del deseo y la guerra en la guerra.
La poesía de Blanca Luz Vidal es quebradiza y de fuego, germinada en la antología Piedra hoguera (2008) y cultivada en un jardín donde destacan puñetera flor (LaBreu, 2014), Este amor que no es uno (Ultramarinos, 2018) y Amor a la lidia (Labrador, 2018).
Poesía de mujeres, madres, niñas, demonios y sibilas. Oliendo las fértiles esporas todavía presentes en el aire de Marguerite Duras, Mercè Rodoreda, Maria Aurèlia Campmany, Maria Mercè Marçal y Víctor Catalán. Un caldero de voces góticas y vanguardistas, dramas rurales y urbe febriles, muertos y primaveras. Poesía del presente transformadora y en permanente transformación.
Donde el amor, el cuerpo, la naturaleza, la palabra y la identidad lidian persiguiendo las ramas para hacer un nido.
El Palau de la Música Catalana propone para esta nueva temporada una voz que canta, de una métrica exuberante, alejada de la poesía convertida en trinos de canario.
Como los cuerpos de los amantes, como el éxtasis de la música en el oyente, arte que se hace y se deshace en materia y espíritu.

“Amb tu que cercàvem l’ocell
que ara tenim a les mans
i que ens talmuda la nit
i que ens ha dit que l’arca és el mot
i el diluvi nosaltres”.

Un diluvio para dejarnos empapados hasta el tuétano

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