Lluís Domènech i Montaner sentó las bases del Modernismo en Cataluña y se convirtió en el referente de los arquitectos que siguieron la corriente imperante a finales del siglo XIX; incluso de un genio inclasificable como Antoni Gaudí.
Con el Palau de la Música Catalana, trascendió el concepto de sala de conciertos imperante hasta el momento para crear una auténtica joya arquitectónica, una Wunderkammer (cuarto de las maravillas) en la que la Naturaleza y las referencias simbólicas a la música dotan de sentido a un espacio inundado por la luz natural que esconde un tesoro inalcanzable, el arte musical.
A través de las figuras de Bach, Beethoven y Wagner, sus compositores predilectos, podemos entender mejor el universo musical que incitaba las emociones de Domènech i Montaner y que inspiró al maestro a crear el gran palacio de la música que acoge hoy en día todas las manifestaciones musicales.