Integral de los Conciertos para piano y orquesta de Beethoven (I)—Paul Lewis & Franz Schubert Filharmonia
Descripción

Ficha artística
Paul Lewis, piano
Franz Schubert Filharmonia
Tomàs Grau, director
Programa
Concierto para piano y orquesta núm. 2, en Si bemol mayor, op. 19
Concierto para piano y orquesta núm. 4, Sol mayor, op. 58 Concierto para piano y orquesta núm. 3, Do menor, op. 37
Detalles
Del piano funcional al piano virtuoso
Beethoven fue un gran pianista. En realidad, fue un pianista excepcional: quizás el mejor de su tiempo. Se batió en “duelo pianístico” con los mejores y siempre salió con la cabeza muy alta y con la admiración del público y de los rivales: “¡Este hombre debe de estar poseído por el diablo!”, “Tiene un estilo brillante, pero sus modales son arrogantes”, “Hay algo maravilloso en su expresión”. El público vienés pedía constantemente espectáculo y virtuosismo (poco había cambiado desde la época de Mozart) y Beethoven los sació con cinco conciertos para piano y orquesta escritos a lo largo de 15 años. El que lleva el número 2 es el que escribió y estrenó primero, pero publicó en segundo lugar. Es el más clásico de los cinco, el menos atrevido, pero le sirvió para presentarse en sociedad como concertista y demostrar que era un virtuoso incontestable ya a sus 25 años. El número 3 se estrenó en 1803, cuando la sordera de Beethoven ya era manifiesta, pero aún no le impedía interpretar sus propias obras. El número 4, estrenado en 1808, marca el final de Beethoven como intérprete: aquel día fue el último en que se presentó ante el público. Algunas críticas de la época lo consideraron “el mejor que ha escrito nunca” y algunos, como el musicólogo Emil Ludwig, lo han calificado como “el concierto para instrumento solista y orquesta más perfecto que jamás se haya escrito”.